miércoles, 25 de marzo de 2009

El octavo hábito. De la efectividad a la grandeza (2005). Stephen R. Covey

A pesar de todos los cambios que ha sufrido el mundo laboral (nuevas tecnologías, nuevas concepciones, nuevos métodos, etc.), aún seguimos pensando en buena medida desde el paradigma de la llamada Era Industrial, que considera a los trabajadores como una materia prima más. Esta es una concepción en extremo inconveniente, pues no logra sacar lo mejor de cada una de las individualidades que componen a la organización: algo fundamental en la Era de las Comunicaciones y la Información. Es preciso, pues, hacer que los trabajadores identifiquen sus potencialidades y aprendan a utilizarlas en beneficio propio y, en definitiva, de la organización. El octavo hábito supone escuchar nuestra propia “voz interna” y enseñar a los demás a identificar la suya propia. Se trata de enseñarle a los demás el arte de sacarle provecho a lo que es propio de cada individuo; de modo que cada persona se vuelva indispensable en la organización en virtud de sus capacidades irrepetibles. Acceder a los niveles más elevados del talento y de la motivación del ser humano en la nueva realidad de hoy exige un cambio radical de pensamiento: una nueva mentalidad, un nuevo conjunto de aptitudes, un nuevo instrumental; en pocas palabras, un nuevo hábito. Nuestro principal desafío en el mundo de hoy es éste: hallar nuestra voz e inspirar a los demás para que hallen la suya. Es lo que Covey llama el octavo hábito. De la misma forma que Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva nos ayudó a centrarnos en la efectividad, El octavo hábito nos muestra el camino hacia la grandeza.


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